Espacio para alumnos y docentes de Practica Profesional y Residencia
2 comentarios en «Práctica y Residencia 2010»
Pensar y pensarse: un deber para mejorar la práctica
Cuando se indagan las vivencias escolares, en la propia historia personal, los recuerdos surgen caóticamente. Si los analizamos, seguramente puedan ser utilizados para mejorar la práctica cotidiana. El poder narrarlos de una manera ordenada permitirá establecer pautas de acción para el futuro inmediato.
Pensar y pensarse: un deber para mejorar la práctica
Cuando se indagan las vivencias escolares, en la propia historia personal, los recuerdos surgen caóticamente. Si los analizamos, seguramente puedan ser utilizados para mejorar la práctica cotidiana en el aula. El poder narrarlos de una manera ordenada permitirá establecer pautas de acción para el futuro inmediato. Se entiende a la narrativa como la capacidad humana, pero además, como afirma S. Gudmundsttoir (1995), como medio para informar la investigación y la práctica de la educación. La narrativa puede servir como una lente interpretativa para reflejar la naturaleza relatada de las vidas humanas. Un buen relato cautiva, ilumina posibilidades para el pensamiento y permite tender puentes entre distintos lugares, épocas, culturas y creencias. Cuando los profesores contamos a nuestros alumnos de Formación docente las distintas situaciones vivenciadas o los “paquetes de conocimiento situado” (Jordan, 1989) a lo largo de nuestra historia laboral, vamos ayudando al proceso de apropiación institucional que ellos deberán hacer durante su carrera. Las experiencias no deberían enterrarse como tesoros arqueológicos, sino que el pasado puede ser recreado a medida que se dice. Es “un saber pedagógico sobre los contenidos” (Shulman, 1987), esto es experiencia práctica, interpretación, reflexión y transformación. Al utilizar la narrativa se le da orden, coherencia e integridad a toda la experiencia personal
Pensar y pensarse: un deber para mejorar la práctica
Cuando se indagan las vivencias escolares, en la propia historia personal, los recuerdos surgen caóticamente. Si los analizamos, seguramente puedan ser utilizados para mejorar la práctica cotidiana. El poder narrarlos de una manera ordenada permitirá establecer pautas de acción para el futuro inmediato.
Pensar y pensarse: un deber para mejorar la práctica
Cuando se indagan las vivencias escolares, en la propia historia personal, los recuerdos surgen caóticamente. Si los analizamos, seguramente puedan ser utilizados para mejorar la práctica cotidiana en el aula. El poder narrarlos de una manera ordenada permitirá establecer pautas de acción para el futuro inmediato. Se entiende a la narrativa como la capacidad humana, pero además, como afirma S. Gudmundsttoir (1995), como medio para informar la investigación y la práctica de la educación. La narrativa puede servir como una lente interpretativa para reflejar la naturaleza relatada de las vidas humanas. Un buen relato cautiva, ilumina posibilidades para el pensamiento y permite tender puentes entre distintos lugares, épocas, culturas y creencias. Cuando los profesores contamos a nuestros alumnos de Formación docente las distintas situaciones vivenciadas o los “paquetes de conocimiento situado” (Jordan, 1989) a lo largo de nuestra historia laboral, vamos ayudando al proceso de apropiación institucional que ellos deberán hacer durante su carrera. Las experiencias no deberían enterrarse como tesoros arqueológicos, sino que el pasado puede ser recreado a medida que se dice. Es “un saber pedagógico sobre los contenidos” (Shulman, 1987), esto es experiencia práctica, interpretación, reflexión y transformación. Al utilizar la narrativa se le da orden, coherencia e integridad a toda la experiencia personal
Pensar y pensarse: un deber para mejorar la práctica
Cuando se indagan las vivencias escolares, en la propia historia personal, los recuerdos surgen caóticamente. Si los analizamos, seguramente puedan ser utilizados para mejorar la práctica cotidiana. El poder narrarlos de una manera ordenada permitirá establecer pautas de acción para el futuro inmediato.
Pensar y pensarse: un deber para mejorar la práctica
Cuando se indagan las vivencias escolares, en la propia historia personal, los recuerdos surgen caóticamente. Si los analizamos, seguramente puedan ser utilizados para mejorar la práctica cotidiana en el aula. El poder narrarlos de una manera ordenada permitirá establecer pautas de acción para el futuro inmediato. Se entiende a la narrativa como la capacidad humana, pero además, como afirma S. Gudmundsttoir (1995), como medio para informar la investigación y la práctica de la educación. La narrativa puede servir como una lente interpretativa para reflejar la naturaleza relatada de las vidas humanas. Un buen relato cautiva, ilumina posibilidades para el pensamiento y permite tender puentes entre distintos lugares, épocas, culturas y creencias.
Cuando los profesores contamos a nuestros alumnos de Formación docente las distintas situaciones vivenciadas o los “paquetes de conocimiento situado” (Jordan, 1989) a lo largo de nuestra historia laboral, vamos ayudando al proceso de apropiación institucional que ellos deberán hacer durante su carrera. Las experiencias no deberían enterrarse como tesoros arqueológicos, sino que el pasado puede ser recreado a medida que se dice. Es “un saber pedagógico sobre los contenidos” (Shulman, 1987), esto es experiencia práctica, interpretación, reflexión y transformación.
Al utilizar la narrativa se le da orden, coherencia e integridad a toda la experiencia personal
Pensar y pensarse: un deber para mejorar la práctica
Cuando se indagan las vivencias escolares, en la propia historia personal, los recuerdos surgen caóticamente. Si los analizamos, seguramente puedan ser utilizados para mejorar la práctica cotidiana. El poder narrarlos de una manera ordenada permitirá establecer pautas de acción para el futuro inmediato.
Pensar y pensarse: un deber para mejorar la práctica
Cuando se indagan las vivencias escolares, en la propia historia personal, los recuerdos surgen caóticamente. Si los analizamos, seguramente puedan ser utilizados para mejorar la práctica cotidiana en el aula. El poder narrarlos de una manera ordenada permitirá establecer pautas de acción para el futuro inmediato. Se entiende a la narrativa como la capacidad humana, pero además, como afirma S. Gudmundsttoir (1995), como medio para informar la investigación y la práctica de la educación. La narrativa puede servir como una lente interpretativa para reflejar la naturaleza relatada de las vidas humanas. Un buen relato cautiva, ilumina posibilidades para el pensamiento y permite tender puentes entre distintos lugares, épocas, culturas y creencias.
Cuando los profesores contamos a nuestros alumnos de Formación docente las distintas situaciones vivenciadas o los “paquetes de conocimiento situado” (Jordan, 1989) a lo largo de nuestra historia laboral, vamos ayudando al proceso de apropiación institucional que ellos deberán hacer durante su carrera. Las experiencias no deberían enterrarse como tesoros arqueológicos, sino que el pasado puede ser recreado a medida que se dice. Es “un saber pedagógico sobre los contenidos” (Shulman, 1987), esto es experiencia práctica, interpretación, reflexión y transformación.
Al utilizar la narrativa se le da orden, coherencia e integridad a toda la experiencia personal